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Desde enero de 2012, la Fundación Juan Rioseras imparte talleres para inmigrantes y gitanos y ofrece atención psicológica en los espacios de la Casa de las Culturas. Esta Fundación nace a raíz del asesinato del joven Juan Rioseras en el año 2001 en la Plaza del Justicia de Zaragoza. Su madre, Elena, se ha convertido en el canal que transmite la energía de Juan. “Transmitir el amor de Juan a jóvenes que han crecido sin amor, en hogares de familias desestructuradas, que les han inclinado a la violencia” es el objetivo de esta madre que ha afrontado la tragedia de una forma ejemplar. Esta Fundación ha colaborado con instituciones como el Centro de Educación e Internamiento por Medida Judicial de Juslibol, el Centro Penitenciario de Zuera y la Casa Familiar HH. Franciscanos de Cruz Blanca.

En el año 2011 se creó una Delegación de la Fundación en Zaragoza, en la Casa de las Culturas. “Cuando Elena cuenta su historia, se abren puertas”, afirma Mª José, psicóloga y una de las voluntarias de la Fundación. Así, se abrieron también para ellas las puertas de la Casa de las Culturas para realizar una labor de ayuda, en este caso, a gitanos e inmigrantes.





















































¿En qué consisten los talleres de “Acercamiento a la cultura y a las costumbres españolas” y “Crecimiento personal”?



Lo que hemos hecho estos días son sesiones de “Crecimiento personal” con chicas y mujeres con ciertas dificultades para la integración social. El objetivo es que aumente las posibilidades de dirigir sus potenciales y su vida de manera plana y saludable. Les ha ido muy bien, la atención ha sido en ocasiones personalizada. Hacíamos el lenguaje muy simple para que ellas lo entendieran, luego les preguntabas y te habían captado perfectamente. Nuestros grupos son dinámicos, entra y sale gente, y hay momentos en los que no hay grupo.


El curso de “Acercamiento a la cultura y a las costumbres” es básicamente de español. Se realiza por la mañana y, en comparación con el de “Crecimiento personal”, acude mucha gente. Creemos que la comunicación funciona difícilmente sin el lenguaje y, por eso, este curso complementa al otro.



En el barrio de La Madalena hay una gran diversidad de culturas. Diversidad a la que van dirigidos estos cursos, ¿cómo es la afluencia de los inmigrantes?



Hemos tenido gente, pero todavía no mucha. Al principio del curso de crecimiento personal vinieron muchas personas. Pero aquí entran y salen, es muy dinámico. Por eso, no se puede prever nada. Salvo en las clases de español, donde los alumnos suelen ser fijos.



Además de inmigrantes, los cursos se dirigen también a gitanos, una etnia muy importante en el barrio ¿participan también ellos en estas actividades?



Por mi experiencia, la mayoría de participantes han sido chicas hispanas. Aquí hemos visto a pocos gitanos. En otros entornos donde trabajamos sí, pero en estos cursos de la Casa de las Culturas muy poco. Donde sí que están presentes es en las asociaciones, como la del Secretariado Gitano.



Si la afluencia es abundante, ¿es bueno trabajar en grupos?



A mí me encantan los grupos, son enriquecedores. Lo que dice uno sirve para todos, para mí incluida. Vivo los grupos porque creo que son una experiencia maravillosa. Pero también se atiende a las personas individualmente, sobre todo en la ayuda al crecimiento personal. También en el curso de español, depende de la afluencia. Aunque sea en grupo, como contamos con varias voluntarias, muchas veces la atención es muy personalizada.

Porque los niveles de español, ¿son distintos?



Sí, son muy distintos. Sólo hay una clase a la que acuden alumnos de todos los niveles. Hay inmigrantes que no conocen apenas la lengua. Es el caso de un hombre que lleva quince años viviendo en España pero que conoce muy poco español. Hasta el momento no había tenido necesidad ya que trabajaba en el campo y su entorno social hablaba su misma lengua. Ahora le ha surgido la necesidad y acude a los cursos. Otro caso especial, pero por su avanzado nivel, es el de un alumno que habla francés y que nos ha ayudado traduciendo el libro de “Raenio” a esta lengua.

En este trabajo de voluntariado aportáis muchas cosas pero, ¿de qué manera recibís una respuesta?



Toda persona humana cuando hace un curso, aunque sea un curso de español, siempre te aporta algo, algo tan simple como su cultura. Un curso de crecimiento personal es claramente una transacción de cosas. Yo les puedo dar, pero ellos me dan también muchas cosas, algo que no es material.  Te enseñan muchísimo.



Una labor muy enriquecedora para ambas partes que se prolongará el año que viene ¿Qué planes para el futuro tiene la Fundación Juan Rioseras?



El año que viene, si no cierran espacios, continuaremos al menos con los proyectos ya vigentes. Hemos abierto nuevas perspectivas en los centros tutelados, estamos abiertos a lo que nos vaya saliendo. Cuando va Elena (fundadora de la Fundación y madre de Juan Rioseras), cuenta su historia y se le abren muros, corazones. Están saliendo cosas y estamos muy abiertas a ayudar porque no solamente ayudamos nosotras, sino que ellos nos transmiten también muchas cosas. Si hay una transacción de experiencias, aunque sea solamente de afecto, es suficiente.



Cultura

“Si hay una transacción de experiencias, aunque sea solamente de afecto, es suficiente”

Entrevista a Mª José, psicóloga y voluntaria de la Fundación Juan Rioseras, dentro del marco de los talleres en la Casa de las Culturas de La Madalena.

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Inés Escario     05/01/2013 a las 19:32

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