
Sociedad
Un objetivo común: ayudar al barrio.
AAVV Parque Bruil San Agustín
Inés Escario 05/01/2013 a las 22:58
Cuando hay problemas, siempre hay gente que intenta encontrar soluciones. Así fue como surgió hace 10 años la Asociación de Vecinos Parque Bruil- San Agustín. El objetivo era conseguir que las pocas zonas de servicios que había en el barrio no fueran ocupadas por una entidad privada. Finalmente, alcanzaron su meta y continuaron trabajando para el barrio. Hace unos tres años se renovó la Junta y entre esta nueva remesa de mujeres con muchas ganas están Carmen Turégano, la presidenta de la asociación y Sara Magaña, la secretaria.
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Carmen y Sara en el local de la asociación
El local: clave para la visibilidad
Seguramente, puedan encontrarse a estas dedicadas vecinas o a cualquiera de sus compañeras los lunes, martes y miércoles por la tarde en su local en la calle Rebolería número 11. Desde que cuentan con un local, no faltan a su cita. “Hasta hace dos años no teníamos local por lo que nuestra actuación era muy limitada, no se veía. Nos teníamos que reunir en el bar para hablar”, cuenta Carmen Turégano, la presidenta de la asociación. Ahora, en el local es posible realizar muchas más actividades. Un taller de costura básica, clases para mayores, conferencias en colaboración con la Cátedra de la Mujer de la Universidad de Zaragoza, tertulias literarias o un nuevo curso de informática básica e Internet son algunos de los ejemplos de la actividad cultural de esta agrupación.
Un rastrillo de lo más solidario
“Es impresionante cómo se vuelca la gente del barrio”, dice Sara Magaña cuando recuerda el rastrillo solidario en el que los vecinos aportan ropas, zapatos y objetos que no usan. Además, el rastrillo cumple una doble función solidaria: ayudar a la asociación del barrio y a una ONG del Congo. Con esta venta, la asociación obtiene una ayuda extra para mantenerse que se suma a la cuota de los socios y a las subvenciones.
La lucha por el barrio
Además de las actividades culturales, la AAVV Parque Bruil- San Agustín hace de intermediaria entre los vecinos que presentan la problemática de barrio y la Junta de Distrito. “Nosotras nos dedicamos, entre comillas, a recoger las propuestas de los vecinos, llevarlas al ayuntamiento y luchar por ello”, afirma Carmen. Uno de estos problemas fue la necesidad de una escuela infantil que, finalmente, empezó a funcionar en octubre.
Pero aún quedan asuntos en los que se está trabajando como el problema del aparcamiento, muy escaso en el Casco Histórico, o el del Albergue Municipal. Desde hace un par de años, grupos de personas se reúnen en torno al albergue y dejan el entorno lleno de suciedad. Pero lo más preocupante para los vecinos son las situaciones de alboroto que suponen incluso peligro de agresión. La asociación de vecinos mantiene en la actualidad reuniones con el Consejero del Ayuntamiento encargado y todo apunta a que se van a tomar medidas para solucionar el problema de la suciedad y el peligro. “Este barrio es como cualquier otro, muy digno, y hay que respetarlo”, dice Sara; aunque estas vecinas resaltan que, salvo estos conflictos puntuales, están encantadas con el barrio.
Una imagen abierta
Algunos cambios en el barrio han sido posibles gracias a esta asociación que, por su forma jurídica, tiene mucho más peso en la toma de decisiones del Ayuntamiento que la acción de un ciudadano particular. Ellas son portavoces de las ideas, sugerencias o quejas que los vecinos les hacen llegar. “Creo que tenemos una buena imagen: somos muy abiertas y sin ninguna ideología política. Y con un objetivo común: ayudar al barrio”, explica Sara. Un objetivo que mueve a trabajar de forma desinteresada y con ilusión a este equipo de mujeres.



